domingo, julio 31, 2005

Un viaje

Cuando él volvió traía una maleta llena del viento del oeste, una llena de lluvia de las selvas del sur, y otra, pesada como los rayos del sol, cubierta de la arena, verde y pálida, de los desiertos del este.
Al abrirlas, en la intimidad trasparente de su habitación, el hombre comenzó un nuevo viaje. Sin embargo, las tres maletas que garantizaban su regreso, se quedaron vacías sobre la cama.

Lluvia...

La lluvia no tiene que ver con un fenómeno metereológico. No, eso es mentira. La lluvia es nuestra. En las grises nubes está nuestro hogar. Allá, donde el mundo todavía es nuevo y azul.
Nadie jamás, ha escuchado la voz que esconde el granizo, e incluso una brisa ligera, como lo hemos hecho nosotros, de hecho, estoy seguro de que nadie se ha animado a traducir su lenguaje, ni siquiera cuando el rayo, que electriza la piel, da pistas que sugieren lo que hay que hacer en una tarde de lluvia.
Mujer, la lluvia es nuestra, porque sólo tu y yo, los dos, hemos podido cubrir su piel de fantasma con nuestros cuerpos.

Ladrón

Cada vez que escribo,
estoy robando un pedazo de mi alma
para convertirlo en ficción,
en una bonita ilusión
que llene tus ojos negros
cada noche.

De tanto escribir,
mi alma se va quedando vacía.
Creo que tendré que empezar a robar
tus lágrimas para mantenerla viva,
por lo menos, hasta que descubra su lenguaje
y ya no tenga que seguirla despedazando en estas líneas,
sino en jirones de nubes negras
que alimenten tu esperanza.

Por favor,
no me hagas caso,
sólo soy un ladrón
que se ha colado en tu pensamiento
para llenarlo de los "tesoros" que he acumulado
con sigilo.

Azar 6

Has dejado de ser lo que eras,
ahora quién puede y podrá descubrir
tu aliento mezclado con el día.
Una voz se apaga y apareces tú,
llena de luz, pero vacía de sombras.

Lector

Sé que estás ahí, en este momento.
Recorres mis callejones sin sentido,
No sólo con tus ojos.

Díme quién eres,
qué oscuros motivos te han traído hasta aquí.
Por favor, no te vayas sin haber dejado por lo menos tus huellas
sobre los cristales de mi alma,
sin haberme dicho los vacíos que encontraste
en este valle silencioso.

Te hablo a ti lector,
te conjuro,
te ato a mí,
como mi alma lo está a mi mente.

No soy un escritor,
pero por lo menos,
tengo habitantes secretos
que también quieren aprender a ladrar
en el silencio azul de la luna.

sábado, julio 30, 2005

El juego

Te propongo algo,
mujer de niebla,
juguemos,
durante la siguiente media hora
o por toda la vida,
no importa.

Vamos a jugar,
mujer de niebla,
a encontrarnos sin buscarnos,
a extraviarnos en las noches,
en las que nuestros silencios se buscan,
el uno al otro,
el uno al otro,
movidos por el viento,
y la locura.

sábado, julio 23, 2005

Tácito

Ya no logro adivinar,
Lo que es mío y lo que no.

Cada una de las palabras que utilizo
Y la forma en que las combino,
Ya fue pensada antes,
Por miles y miles de mentes ausentes.

¿Será acaso que también mi voz es prestada?

Personalmente, prefiero pensar que la comparto,
Que, entre todos, tenemos una sola voz,
Aunque eso equivalga a decir que todos tenemos una misma alma.

A los que les guste la teología y otras formas de esperanza vacía,
Me pueden decir que lo que siento es sólo el influjo del Ser Universal.
No lo sé, de hecho, no quiero saberlo,
Para qué, si ni siquiera sé quién soy
y lo peor es que todas las noches descubro que cuando muera,
No dejaré nada nuevo ni significativo de legado.

Hoy, bajo el sauce que alimentó mis sueños con sus lágrimas de lluvia, sé que lo único que me hace diferente de los demás es que, en el fondo, todo lo que escribo, lo escribo pensando en ti.

jueves, julio 14, 2005

Tarde de lluvia

Llovía. El valle estaba cubierto de nubes. Las calles estaban vacías. Un niño nos miraba desde la ventana, mientras caminábamos abrazados en la soledad de nuestro amor.

Ah, cuán cálido se sentía tu aliento en esa tarde fría, tu cuerpo abrazado al mío; cuán hermoso se veía tu cabello negro en la humedad, en el recuerdo de días y noches, caricias y besos, promesas y sueños que flotaban, como frágiles hojas, en la esperanza de nuestras almas.

- Te amo- me decías en el murmullo de la lluvia.
- Sabes que yo también- te respondía en cada esquina.

Ambos sabíamos que nuestras vidas no serían las mismas después de esa tarde, que no era casual nuestro deseo de mojarnos, de caminar abrazados por la ciudad que nos unió.

- Cuánto quisiera que todo fuera eterno, que no tuviera fin- murmurabas.
- Eso no es posible. Nuestro destino está trazado. Nada es para siempre, ni siquiera este amor que sentimos.

El sonido de las llantas que se deslizaban en el pavimento humedecido, nos arrancó de nuestro sueño. Movidos por la curiosidad, corrimos a observar lo que había pasado. Un hombre joven sostenía la cabeza de una mujer en sus piernas. La sangre bajaba, poco a poco, a través de su cabello negro. Nos acercamos más, lentamente, con respeto por el dolor ajeno. Recuerdo que gritaste cuando viste el rostro de aquel hombre. Era yo. Sostenía tu cuerpo inerte, mientras mis lágrimas se confundían con la lluvia.

Te busqué pero ya no estabas a mí lado. Me dejaste solo. La lluvia cayó dos veces sobre mí. En ese momento, la herida que llevaba en el pecho ya había dejado de sangrar.

Por la noche, encontraron mi cuerpo en nuestra habitación. Mi mano derecha aún sostenía el puñal cubierto de sangre. No había dejado de llover.

El silencio de la noche

Siempre me ha gustado el silencio, eso lo sabes bien
Después de todo, eres la única que ha podido entenderlo
Sin embargo, sé que también comprendes que no hay sólo un silencio
Sino varios
y de todos ellos el más hermoso
es el queda sobre el valle
cuando nuestras almas se confunden en una sola
cuando mi figura se funde en el negro océano de tus pupilas

Tienes razón
Así es el amor
Así es el lenguaje de la noche

Azar 5

No te va a quedar tan fácil olvidarte de mí,
Esta vez no lo vas a lograr,
Ya no me vas a alejar en la lluvia negra,
Así como lo hiciste el último abril.

He recorrido largas calzadas alrededor del valle,
Me ha cubierto la lluvia de los días,
y también he sido embrujado por el lamento de la noche.

Sin embargo, aquí estoy,
cerrando el círculo,
otra vez,
como siempre.

Nuestro amor es eterno,
porque a través de todas las edades,
siempre encuentro la manera de regresar a ti,
quizás con otros nombres,
otros rostros,
otros olores y tristezas,
pero tan desnudo y solitario
como la primera vez
que nuestros ojos se encontraron
al llegar el alba.

domingo, julio 10, 2005

Irene

A través de la ventana puedes ver a Irene, la ciudad fantasma.
Mira sus calles de bronce y sus árboles de cristal, la sonrisa sincera de sus niños, sus edificios dorados como el sol.
Siente el viento que canta esperanzas nuevas mientras las mujeres danzan bajo la mirada de Selene.
Visita su puerto y a los marineros que comparten la promesa de un regreso, o si prefieres, ve a sus calles subterráneas y visita a los muertos que siguen soñando horizontes cubiertos de mariposas rojas.
Camina por la ciudad y observa todo con detenimiento, porque al caer la noche en plenilunio, descubrirás que Irene sólo existe en nuestra ausencia.

Ausencia

Te llevo en mis ojos,
llevo tu ausencia respirándome en la piel
y aunque en ocasiones tu voz venga a mí,
cuando la luna así lo aprueba,
no puedo dejar de extrañarte,
en la locura de tenerte y no tenerte,
de encontrarte y perderte,
de extraviarnos los dos,
en nuestro pequeño mundo de cristal.

Ahora sólo tengo tu ausencia,
pues mi alma
también se ha ido contigo
y se ha anclado
en el silencio azul de tus sueños.

S.M.

jueves, julio 07, 2005

Frente a tu ventana

Abre los ojos, lentamente, sin afán.
Siente el viento que acaricia tus mejillas.
La voz que te habla
En el murmullo de la lluvia.

En el balcón,
Justo antes de que empezara la aurora,
La joven descubrió,
Como si se tratara de una sombra,
La tenue figura
De un soñador
Convertido en fantasma.

La luna te espera para bañarte de plata.
¿La ves?
¿Ves el espejo de la luna?
Ahí estoy yo.
Junto a ti.

Un regalo envuelto en metáfora para una mujer querida, pero distante.

Sacrificio

Dime cuánto valen tus besos, porque un valor deben tener.
Quizás el recuerdo de una tarde de lluvia,
o el calor de un hombre que se quema en su locura.
Dime, dime cuánto valen tus labios,
qué precio tiene tu aliento.
Dime, dime qué quieres.
Acaso palabras,
aves que se quemen en el atardecer de tus caderas.
Qué quieres, por favor, dímelo,
o es que acaso quieres mi alma
que se escapa entre estertores.
¿Eso quieres?
Robarme la eternidad en el licor que se desprende de tu boca.
¿Qué más da?
Amas y mueres,
mueres al mundo.

Caminar

Caminar, caminar, un constante caminar,
paso a paso, paso a paso, repito senderos,
caminar, no adelante, sino hacia atrás,
hasta el inicio,
hasta la muerte.

Caníbal

Voy a arrancar, diente por diente, esa sonrisa de tu rostro.
En serio, voy a robar la luz que dibujan tus labios, para que sientas, por un momento, lo que significa la maldición de un beso.