jueves, septiembre 22, 2005

Él

Allá va. ¿Lo ves? Es él. Él carga el horizonte vacío de estrellas. Hace mucho quiso ser la noche, pero no pudo soportar el peso de la luna negra. Según él, su ausencia era tan resplandeciente que no podía abrir los ojos sin desbordarlos de amargura. Ahora él vaga por este valle persiguiendo el perfume de las orquídeas, que también es el tuyo. Es un aprendiz del viento y del alba. Sus pies traen el silencio y la esperanza de un comienzo nuevo. Él comparte el brillo opaco de mis ojos. Él, como yo, sufre de "amor" por una orquídea.

Hoy

Hoy es simplemente el comienzo de algo que aún no me atrevo a definir. Siento miedo. No lo puedo ni quiero evitar. No tengo que hacerlo. Hoy he visto al sol y mi sombra tan solos como siempre. Estoy solo. Solo. Solo. Pero también he visto tus ojos. Creí haber visto tus ojos. Creí haber visto el rubor de tus mejillas. Me detuve para que el sol siguiera dibujando mi sombra solitaria. Me detuve para ensombrecer tus ojos. Me detuve para alimentar la duda. ¿Son tus ojos iguales a los ojos del sueño? Negros y locuaces. Negros e inmensos en su soledad. Estamos solos. Solos. Solos. Aunque nuestras sombras, que juegan a ser almas, se pierdan en un solo valle y jardín. ¿Por qué tu voz suena como la voz de la muerte? Me acerco al silencio. Me acerco al olvido. Me acerco a tu sonrisa, sin esperanza. Hoy es simplemente el final de mi vida sin ti.

domingo, septiembre 18, 2005

Esperanza

Querida mujer,
hay noches en las que creo
que tu voz,
es mucho más
que el sonido del viento.

Dime, acaso mi figura
ya no se refleja en tus ojos,
acaso he perdido el fulgor suave,
que me acompañaba en las noches
y a veces también en los días sin lluvia.

Quiero saber si todavía están abiertas tus manos,
para un soñador que quiere volver a sonreír,
ojalá, sobre tu sonrisa.

Nuevamente, lleno de ilusión,
Te extraño.

S.M.

Manzanas verdes crudas

Quién dice que el cielo es azul
azul como la "Tierra"
azul como el mar
Y si azul es sólo lo que soñamos
lo que queremos
Qué tal si azul es sólo el color de nuestra esperanza
azul sería el amor
azul la felicidad
azul serías tu
cuando escribes y lees
conmigo
pero sin mí
azul sería mi ausencia
llena de tus palabras.

Condeno a todo ser vivente a que en la libertad se libere

Intenta, de nuevo, la lujuria de mis labios
la timidez de mis pensamientos
y prometo llevarte, una vez más , a la locura insana
de probar manzanas verdes crudas.

Kakau

miércoles, septiembre 14, 2005

Ahí estás

No sé quién eres,
no quiero saberlo.
Prefiero que sigas siendo un fantasma.
El único que ha venido a compartir mi silencio.

Sí, te estoy hablando a ti,
lector silencioso.
Sé que estás aquí en este momento.

Casi puedo adivinar tu nombre
y tu figura que fluye,
como un pesado manantial,
entre mis líneas.

No puedo imaginar lo que pasa por tu mente,
cuando abres los ojos y ves la pobreza de este valle,
sin embargo, tu presencia,
aquí, en este reino de muerte,
me anima para seguir soñando con orquídeas
en medio del mar,
debajo,
y encima de su eternidad azul.

Te dedico estas palabras,
con el ánimo de que las conviertas en imágenes,
dulces fantasmagorías que te acompañen en la vigilia.

Hasta pronto.

martes, septiembre 06, 2005

Carta, memoria y caos

El valle de los perros mudos, azul al alba.

Querida mujer:

No quiero que esta carta la leas estando sola porque podrías pensar que la estás inspirando cuando en realidad sólo la estás haciendo posible. No te enojes. Es sólo que quiero tener la certeza de que cuando la leas, aunque sea con él, vas a contener el temblor de tus ojos, tus labios y tus manos que quieren evocar mi figura encorvada. Ya me conoces. Quiero ponerte a prueba, quiero mover tu mente:

Ven a visitar mi pequeña ciudad, mi pequeño valle al lado del mar. Quise hacer un faro para que te iluminara durante el viaje, pero no encontré la luz suficiente en mis palabras. De cualquier forma, no hace falta. Ya conoces el camino.
Sigue habiendo un solo puerto. No hay necesidad de más. Mi ciudad sólo espera a una persona, día y noche, noche y día, aunque las dos sean la misma cosa, así como la vida, el sueño y la muerte.
Antes de que lo preguntes, sí, las casas siguen estando vacías. Lo siento. Quise que mi ciudad no pareciera abandonada, pero olvidé cómo desdoblarme en otros llantos y sonrisas. Además, creo que fue mejor así. Después de todo, las puertas y las ventanas fueron pensadas para que devolvieran nuestra voz, así como la luna devuelve el sonido de las olas.

Ven esta noche,
la siguiente,
la que sea,
pero ven.
Necesito respirar tu silencio.

Cuando esta carta muera en tus dedos, sabré que yo, que también soy él, la escribí para escucharla en tus ojos cuando ya no queramos abrirlos.

Atentamente,

El hombre que cuida el jardín.

P.D. La locura, a pesar de la noche, tiene más lógica que las letras que cayeron sobre esta carta. Te extraño.

Isabo

Me desesperan tus ojos negros. Ellos ven en algún lugar de mí que desconozco. Su brillo salobre me revela el vacío que hay en mi alma. No sé por qué insisten en llegar a esa región silenciosa que quise muerta y sobre la que tú has venido a posar tu pie, tu pequeño pie que busca el arcoiris.

Edén

Cuando te conocí, el puente que unía tus senderos azules con mi cielo color gris, desapareció en una lágrima, feliz y sencilla.
Ahora, desde esta orilla sin nombre, no hacemos otra cosa que recordar el mundo que perdimos, mientras el paraíso crece, como un fuego incontenible, a nuestra espalda.