martes, noviembre 29, 2005

Trozo de nube

Hoy cayó un trozo de nube frente a mi casa. Mi mamá dice que ocurrió durante la noche, pero yo creo que fue sólo unos momentos antes de que saliera a la universidad. Lo cierto es que ni siquiera los vecinos saben a qué hora pasó. Todavía se me hace extraño que nadie haya sentido el estruendo, sobre todo si se tiene en cuenta el enorme cráter que se abrió en mitad de la calle.
Al parecer éste no será un día normal. Todos los vecinos están haciendo guardia al lado del cráter. Ni en las fiestas de fin de año los había visto tan integrados. Bueno, supongo que no los puedo culpar, después de todo, el trozo de nube es lo más interesante que ha pasado en el barrio desde la muerte de María. Y pensar que fui yo el que le prometió un pedazo de nube sólo una noche antes de que muriera…

Ya casi es mediodía y yo me sigo preguntando cuánto puede durar una nube clavada en el asfalto. A veces tengo la impresión de que la nube ha desaparecido y todo es un montaje del vecindario para seguir llamando la atención. Sí, quizás eso es lo que pasa. De ahí que no dejen que nadie se acerque demasiado a la boca del cráter.
De hecho, yo no he podido ver el trozo de nube, pero sí mi mamá. Fue ella la que me dijo esta mañana que había una nube sembrada en el fondo del cráter. No lo sé. Tal vez mintió porque no quiere que me entere de la verdadera razón por la que se hundió la calle justo frente a nuestra casa y la de María. Ahora que recuerdo, fue ella la que me avisó hace un año que María había muerto.

miércoles, noviembre 09, 2005

Deseos

Quiero que tus pupilas se queden colgadas del cielo raso para que las estrellas hagan su nido en tu mirada gris y le den vida con su canto.

Quiero abrir tus pies y visitar las torres donde habitan las luces que te mantienen despierta mientras viajas en el río del tiempo.

Quiero que tus mejillas puedan hablar en el lenguaje del verano y el invierno para que sea tu alma la que recoja las flores y las hojas donde viven nuestros sueños.

Quiero morderte la nariz y robar el fruto con el que llenas de melancolía las paredes desiertas de este valle.

Quiero amarte en otrabanda como si fuéramos dos desconocidos jugando a estar ausentes.

Luna y sol

Se me quedó el tiempo en el fondo de la habitación. Perdóname. Lo olvidé y no quiero regresar por él. Lo más probable es que deje de correr y que la mañana no llegue nunca. Si es así, esta noche quizás sea la última que tengamos. Será eterna. Disfruta la luna antes de que te hastíes. Hoy, tal vez comiences a extrañar el sol.

¿Me prestas tus ojos?

Anda, no seas mala, préstame tus ojos. Los míos ya no sirven, no pueden distinguir el día de la noche ni tampoco saben medir las distancias. Están ciegos de amor.

Por favor, es sólo por un instante. Quiero verte antes de que te marchites. Quiero aprender a extrañarte.

Préstame tus ojos para que pueda despertar. Te lo pido en voz baja o alta, de rodillas o de pie, con lágrimas o besos.

Lo único que quiero es ser un sonámbulo de ojos abiertos que sonría como sólo lo hacen aquellos que han comprendido el valor de un sueño.