Para que nos entendamos
En el amor todos somos niños y si no lo somos, simplemente, no vale la pena. Estoy cansado de estar siempre solo, de ser siempre el muchacho raro, el soñador, el hombre sensible y vulnerable que siempre mira la felicidad de los demás y nunca encuentra la suya. Estoy cansado de ser cómo soy. Nada he logrado con eso. Nada.
Al final del día, me siento tan solo como al principio. Ya no voy a buscar el amor. Aunque me duela, arrancaré cualquier esperanza que haya en mí. Todo siempre es tan falso.
Sí, soy un niño, porque todavía quiero soñar en un mundo que ya no lo permite. Me abruman las barreras. Nunca he llamado la atención de nadie y cuando lo hago, es tan trivial "eso" que sienten por mí, que no es suficiente para sacudir mi alma. Ya no puedo más. Me duele la piel. Soy un "bicho raro" y aún no logro entender por qué. Toda la vida la he visto pasar desde mi ventana. He estado encerrado en mí mismo demasiado tiempo, siempre escuchando a los demás, intentando que ellos puedan sonreír de la forma en que yo nunca he podido. Soy el peor egoísta, porque en el fondo, siempre espero que alguien me dé las gracias por todo lo que hecho por él, por haber estado ahí cuando lo necesitaba. No hago las cosas por interés, pero no te niego que de vez en cuando me gustaría escuchar una voz de apoyo. "Hola, ¿cómo estás? Existes, para mí existes, y eres muy importante". ¿Será que estoy pintado en la pared? ¿Será que mi destino es siempre estar solo? ¿Será que alguien puede ver más allá de mi apariencia de niño, de hombre callado y ausente y descubrir en realidad la persona que soy?
No lo sé, ya no guardo ninguna esperanza. El invierno arrecia y yo me siento cada vez más aislado de todo, cada vez más encerrado. Me gustaría llorar, pero no puedo. Si tan sólo pudiera salir corriendo y olvidar... Sonreír... Ser feliz en un mundo en el que no tengan valor ni las apariencias ni el dinero ni el silencio ni mi alma de niño. Pero eso es sólo una utopía. Un sueño estéril. Yo... no pertenezco a este mundo, no quiero pertenecer a él, no quiero sentir más dolor. Gracias por escucharme. No te alcanzas a imaginar lo mucho que significa para mí que alguien allá afuera tenga tiempo para leerme... Aunque mañana, tu memoria seguramente haya desdibujado mi rostro, una vez más.