domingo, abril 09, 2006

Bajo la piel (primera parte)

-Mamá, ¿qué es el amor?
-Amor es cuando sientes que alguien vive debajo de tu piel.
-¿Debajo de mi piel?
-Sí, es cuando la persona que te gusta vive dentro de ti.

“Entonces Anita está debajo de mi piel, por eso la sueño tanto”, pensó Juan antes de irse a dormir y también lo hizo al día siguiente cuando la vio sentada junto a él en el salón de clases y cuando la espió durante el recreo y cuando la siguió hasta su casa, como todos los días.

-Mamá, si llevo a Anita debajo de mi piel, entonces, ¿estoy enamorado de ella?
-Juan, ¿por qué preguntas eso? Todavía eres un niño. Es demasiado pronto para que conozcas el amor.
-Pero ella está debajo de mi piel. La sueño y hasta puedo escuchar su voz cuando no está conmigo. Es como dijiste. Es como si viviera dentro de mí.

La madre soltó el cuchillo, dejó el pollo en el sartén y sentó a Juan en sus piernas.

-Estás muy joven para estar enamorado de ella, sin embargo, si te gusta Anita, puedes invitarla para que juegue contigo. ¿No te gustaría que ella nos hiciera la visita?
-¿Entonces la puedo invitar?
-Claro que sí. Son amigos, ¿cierto?
-Bueno, no. Nunca he hablado con ella.
-Entonces ésta es tu oportunidad de hacerlo.

Esa noche Juan soñó de nuevo con Anita. Tenían una cita en el parque y él la estaba esperando con una flor blanca y una carta. Era lunes y había mucha gente alrededor de Juan. Sin embargo, por más que lo intentaba no podía ver el rostro de esas otras personas ni escuchar su voz. Cuando Anita llegó, lo encontró recostado en la banca, mirando hacia el cielo con la boca abierta.

-Estaba tratando de adivinar la hora en el sol, así como aquellos agricultores de los que nos habló la profesora… Creí que no ibas a venir.
-Llegué tarde porque me tocó hacer el aseo del salón. Además, como no fuiste a estudiar hoy, pensé que tampoco ibas a venir al parque.
-Sólo quería que todo estuviera listo para cuando llegaras.

Juan le entregó la flor, pero no encontró la carta en ninguna parte. “No importa”, pensó, “ni siquiera sabía lo qué decía”. Tomó a Anita de las manos y la llevó a caminar por la ciudad. Juan sentía cómo se aceleraba el latido de su corazón con cada paso y le entraron unas ganas enormes de abrazar y besar a Anita, de meterse debajo de su piel y quedarse ahí para siempre. Anita quiso hacer lo mismo y en la lucha por entrar y dejar que entraran, terminaron tirados frente a los salones vacíos de la escuela, dándose caricias y besos que seguramente no serían del agrado de sus padres ni de la profesora.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Martin!
Bueno..escribes espectacular, tus escritos me han gustado mucho, espero volver a visitar esta pagina y saber del blog...pero les esta quedando hermoso, estan haciendo un buen trabajo en la ausencia de William.

Lina

Anónimo dijo...

Me encantó es muy muy bueno :)

Anónimo dijo...

Si es que los niños no deben andar con fuego. A Juan le hablaron de amor...

Saludos orgiásticos.

marches! dijo...

ei amigo :) super bonito. escritor en potencia. casi un cuento que puedo contar para dormir jeje. gracias por la visita

Martín Fieltro dijo...

Gracias a todos por sus comentarios. La historia de Juan no termina aquí. Aún falta. Como dijo "Ella y su orgía", los niños no deben andar con fuego...
Saludos.