martes, abril 11, 2006

Bajo la piel (segunda parte)

-¿La invitaste?
-No, no pude hablar con ella.
-¿Por qué?
-Porque se va a ir.
-¿A dónde?
-Según la profesora, su papá consiguió trabajo en otra ciudad y mañana se trastean.
-Entonces por qué no vas a su casa y te despides. ¿No te da tristeza que se vaya?
-No. ¿No recuerdas que la llevo debajo de mi piel?
-Pero ella se va a ir sin saberlo. Se va a ir y no la vas a volver a ver, pero si hablas con ella, es posible que te recuerde y que regrese, de vez en cuando, a visitarte.
-No mamá, no quiero. Ella está conmigo, siempre lo estará.

La madre se fue preocupada. No quería dejar a su hijo solo y menos ahora que había visto sus ojos enrojecidos por las lágrimas. Si tan sólo le hubiera prestado atención a la forma de sonreír de Juan, ese gesto de fatal certidumbre que se había adueñado de su rostro, quizás no hubiera ido a hacer las compras. Era evidente que Juan tenía una fiebre de obsesión.

Poco después de que ella saliera, en la casa vacía sólo se escuchó el sonido de una puerta que se cerraba con fuerza haciendo vibrar los cristales de las ventanas cerradas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Uf!, el final (¿momentáneo?) me deja tranquila. No me cuadraba tanta madurez en un niño.

Es un placer tenerte gimiendo por mi bacanal.

Besos lascivos.