martes, abril 11, 2006

Un amor de museo

Eres un idiota. Lo sabes. Lo sabes muy bien. Tú y tu estúpida moral. Ella está llorando, está llorando por ti en la ciudad donde las lágrimas se congelan y van cortando la piel hasta llegar a los labios. ¿Por qué no quieres amarla? ¿Por qué no lo arriesgas todo por ella? ¿Acaso no vale la pena? ¿Acaso olvidaste su sonrisa, su voz? ¿Por qué te niegas a sentir? ¿Cuántas llaves más necesita tu encierro? Si quieres te arranco los ojos, las manos, la piel para que puedas seguir viviendo sin que te duela la conciencia.
Eres un idiota. El peor de todos. Ojalá ella aprenda a olvidarte. Ojalá mueras en su memoria. Ojalá comprendas que aquella magia indefinible que había en ti por causa de ella, es lo que todos llaman amor y que tú, por miedo, por cobardía inútil, siempre confundes con un “capricho”.
Tu amor es amor de museo, amor disecado y muerto, amor sin piel, sin lágrimas. Tu amor es amor de cartas y fotografías, de palabras bonitas y caricias que son sólo promesas. Tu amor es una pintura que siempre puedes ver, visitar pero nunca entrar en ella.
Ojalá cuando lo comprendas, ella ya no llore más por ti y te quedes solo, más solo de lo que siempre has querido, porque amigo mío, eres un idiota...

Dedicado a un hombre que siempre llora cuando debe sonreír. Lo siento, es la verdad, tú sabes que sí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo peor de todo es que esas lágrimas que se congelan y cortan la piel se deben a una moral estúpida. Jamás tendría que entonarse un llanto por ese motivo.

Abrazo desnudo.

Anónimo dijo...

cierto. Uno se pierde tantas cosas solo por no intentarlo. que vaina!