domingo, noviembre 26, 2006

Róbame un color

Quédate, por favor, no te vayas todavía. Al menos espera a que yo me haya dormido. Cerrar los ojos. No ver tu luz. Prómeteme que vigilarás mi sueño al menos esta noche, que te quedarás conmigo y te irás al amanecer sin que yo me dé cuenta.

Por favor, será la última vez que te lo pida.

Me gustaría que hicieras una plegaria por mí esta noche, una como la de la canción de Spinetta, ésa que tanto te gusta. Yo también puedo jugar inquieta en los jardines, en los tuyos, aunque al despertar ya no pueda encontrarte.

Sé que te irás, que ella te espera en otra parte para cubrirte de los besos que ya no quieres recibir de mis labios. Mañana, cuando salga el sol, te habrás ido para siempre de mi lado, sin decir adiós, sin llorar siquiera. Tal vez nos encontremos en la calle. Dos extraños más. Simplemente.

No te vayas. Hace frío allá afuera.

Al despertar, quiero saber que te llevas algo de mí. Un color. Tu sonrisa iluminará muchos cuartos de hotel, muchas habitaciones de solteras y de viudas sin esperanza y yo estaré ahí, siempre estaré ahí. Un color que va contigo y se despide por ti. Cuando ellas despierten, verán mi color sobre las sábanas vacías y sabrán que el amor les dice adiós.

Contigo.

Hoy quiero que te quedes velando junto a mí, por favor, quiero dormir sabiendo que estás ahí, en la cabecera de mi cama, quizás mirando el reloj, quizás mi rostro, el rostro de la mujer que quiere amarte en soledad.

Por favor, róbame un color y haz una plegaria por mí, por el niño que duerme en mi vientre.

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