martes, agosto 21, 2007

Al otro lado de la línea

Me gustaría ser capaz de reconocer tu voz en el télefono, pero es tan difícil, ¿sabes? Siempre suena tan distinta. A veces fría, a veces tierna, a veces simplemente ausente, como si me estuvieras respirando en la nuca, en la sien. ¿Será que hay amores que no se cuentan en palabras y por eso tu voz me suena siempre distinta, como si fueras todas las mujeres que he amado y a la vez ninguna? Lo sé. Estoy divagando otra vez, mareando la perdiz como diría tu padre. Sí, me gustan las cosas que dices, pero para ser sincero, nada de eso me importa, sólo el silencio que compartimos cuando puedo llegar a sitios tuyos donde mi voz no puede entrar. Tal vez es que me siento menos solo cuando estoy contigo, así sea por teléfono, aunque sea así. Por eso, no te enojes si te parezco cínico, si peco de evidente o de ser extremadamente frío. Es que tu voz me llega del otro lado de la ventana, y me hace bien, me hace bien oírte y no saber quién eres, no saber quién es la voz detrás de la cortina, de quién es la piel que me espera cruzando la calle. No cuelgues, por favor. Aunque no lo parezca, mi problema es estar siempre pensando en ti, incluso cuando te tengo al otro lado de la línea.

jueves, agosto 09, 2007

Agua

Tal vez algún día llueva dentro de mi habitación y me despierte el sonido de la mesita de noche que se ha quedado atorada en la ventana.

No estoy muy seguro de que sienta miedo si eso llegase a ocurrir. Aparte de la sorpresa de encontrarlo todo inundado, la vida seguiría siendo muy normal; simplemente distinta.

Me acostumbraré a ver el valle cubierto de agua e iré remando a trabajar todos los días.

Francamente, no me importa si no sobreviven las orquídeas.

Pero no te preocupes, aun así, te llamaré todas las noches para que veamos juntos la luna sobre las olas.

Te quedarás conmigo hasta el amanecer y nos despertaremos abrazados en mi habitación, con la piel mojada de tanto amar y la mesita aún atorada en la ventana.

Hace frío, afuera sigue lloviendo, y nuestras ideas, que ahora confundimos con pasiones, todavía no se secan.

miércoles, agosto 08, 2007

Esa otra forma de retener...

Bebes el tiempo que se me escurre de los dedos. Mi fe te embriaga y hace hervir tu vientre. No te gusta la noche. No te gusta lo que escribo. Dentro de ti soy aún una orquídea en invierno. Te lo digo así para que no me entiendas, para que no sientas dolor. No se puede hacer el amor con las luces encendidas, por eso, amor, amorcito, corazón, luz de mi vida... hoy no estoy seguro de amarte. Tus besos hieden a flor de cementerio y me siento cansado de tu sexo.

Una canción. Las sombras de los amantes caminan por aceras distintas. Se alejan y no llueve. Crece el espacio vacío entre ellos y aún así, sigue brillando el sol.

Sin el adiós de los amantes es más dolorosa la certeza de su despedida, porque ni siquiera los sueños pueden resistirse a la maldición de un adiós jamás pronunciado.

Por eso, precisamente, te escribo un adiós distinto todos los días.

Un adiós para que nunca te vayas, para traerte de mi lado, para olvidarte y poder dormir sólo una noche, para amarte incluso en la duda del amor, para curar el silencio, para sanar tu hedor a cementerio...

lunes, agosto 06, 2007

Sólo quiero saber de ti...

Son tristes tus buenas intenciones, porque aunque salga el sol y la noche se marchite en las ventanas, ya no estás.

Estoy comenzando a creer que aún no hemos crecido lo suficiente, que seguimos confundiendo el dolor con la nostalgia y que, por eso, sólo por eso, estamos lejos, vos y yo.

No se habla de distancia en frente del amor, quizás sólo de ausencia, como si todavía fuera posible albergar esperanza alguna.

Saliste de mi vida como una luna que se hunde en el agua, una luz que se desprende de mí para pegarse de la solapa de otro, una vez, dos veces, hasta quemarme entero en las únicas horas ciertas, en la vigilia y en la espera.

El viento se hace eterno entre mis dedos, hasta que de mi voz brota un silencio amargo que tal vez escuches, diciéndote, con leve esfuerzo: "hoy, sólo quiero saber de ti".

jueves, agosto 02, 2007

Sin mar ni profundo silencio

Dejé que las cenizas de todos tus recuerdos se enfriaran sobre mi piel para sentir el momento exacto en que se desvanecieron, en que dejaron de ser pasado, como todo lo que tuve y nunca más tendré.

Es un vano intento de conjurar la nostalgia. Lo sé. Otra vez me he portado como un niño, y la verdad, ya no me importa.

Hay todo un universo de pequeñas cosas, las tuyas, las que más adoré, las que causaron mi fiebre, por fin, se fueron contigo.

Se muere la noche y tu rostro en el fondo del río.

Y allí donde floreció tu amor, sólo hay una planicie sin luna, sin viento, sin mar ni profundo silencio.

Tu ausencia me quema con más intensidad ahora que te digo adiós, de verdad, y por última vez.

Mi ritual de olvido ha terminado.

Ahora puedo empezar a caminar, aunque estén rotos los bolsillos y vacío el corazón.