jueves, septiembre 20, 2007

Sin voz y francamente

Hoy te extraño en el cuarto de invitados, sobre una alfombra que inventé para hacer menos difuso tu recuerdo. Si lo quisiera, en este mismo instante, también podría recrear tus ojos. Llenarlos de tristeza como si los llenara de lluvia, o depositar un pequeño sol en tus pupilas.

No hace falta, lo sé. El amor te hace brillar, cualquier amor, incluso si no es mío...

Estoy bien Ana, de verdad. Abriré la puerta y dejaré que el circo desfile en nuestra habitación.

Para ti imaginaré un desfile como jamás se ha visto en esta ciudad.

Además de los payasos, los magos y los acróbatas, de los elefantes y los leones, también habrá en nuestro desfile ancianos recién nacidos, gitanos auténticos con pequeñas ciudades atrapadas en botellas de cristal, poetas errantes, los últimos que quedan, con los versos de amor más recientes, versos fugaces que van escribiendo a cada paso…

Lo siento Ana. Ocurre que esta noche se me mezclan las nostalgias.

Nunca fui al circo contigo. Jamás estuvimos juntos en el cuarto de invitados. Ni siquiera sé si me amaste. No lo sé... Si lo hubieras hecho, no te habrías cansado de mis historias. Estaríamos juntos viendo el circo pasar, como un sueño que de repente se nos estuviera mezclando con la vida.

Puedo soñarte, soñar que juego al cíclope contigo, que en tus ojos hay lluvia y en tus pupilas un sol, que ha vuelto el circo a la ciudad, que mi niñez aún no se apaga; puedo inventarte, extrañarte, escribirte mensajes sin sentido; puedo escuchar tu voz en todas las canciones, caminar contigo, embriagarme con tu mano aún apoyada en mi mejilla…

Se me da bien amarte Ana… pero ocurre que no estás y que voy llenando mi vida de fantasmas, que voy colgando mis sueños en las paredes, que me voy yendo...

1 comentario:

Ileana Cruz dijo...

Quizá podrías ver el circo con ella, pero puedes ver el circo y recordar lo mejor, esa creatividad que duerme contigo en las noches y que se, estoy segura, que pronto compartirá una nueva musa.

Y me gusta ver de nuevo tus escritos y saber que regresas al éter.

Un abrazo lleno de sol de la primera tarde de otoño.