lunes, septiembre 17, 2007

Un susurro...

A mí también me gustaría saber a qué estoy jugando, si esta lluvia me llevará a alguna parte distinta de tu lecho o si las paredes finalmente me atraparán y veré mis huesos mezclados con cal.

El viento se ha cansado de hablarme al oído. Ya no me cuenta las historias de los campesinos que conocimos juntos en el pueblo.

El viento se ha ido detrás de tus huellas, se ha ido con ellos, una larga fila de hombres y mujeres con la hoz al hombro y el sombrero terciado.

Todos van detrás de ti, descendiendo el valle, incluso el sol y la luna. La noche se duerme en tu vientre y el amanecer despierta en tu pecho.

He vuelto a soñar que estoy en la estación del tren, de uno de esos trenes de los que hablan en esos libros que ya nadie lee.

Tú también estabas ahí, con mi familia, con mis amigos. Por la ventanilla del tren veo pasar todos los recuerdos en los que estuvieron presentes. Me voy quedando dormido. Las luces se apagan...

Me estremece tu aliento tibio, tu aliento que entra por la ventana abierta del tren justo cuando se detiene frente a tu casa y sales a saludarme.

Dices adiós, como dices hola...

Se muere mi amor en tus labios ocultos, y tú, me estás hablando todavía al oído.

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