miércoles, mayo 28, 2008

Voy por ahí

Hace mucho tiempo no sentía esto. Respiro color. Increíble. Mis manos, los dedos de mis manos, mis ojos negros que parecen mirar desde atrás, siempre atrás, siempre un pasado, una foto, un recuerdo, una caja donde guardo todo aquello que me hace recordar, todo lo que me hace sentir, vivir, están, sienten, son... creo que mi corazón está en el lugar de mis manos, donde deberían estar y juega, juega con mis hojas, y me siento vivo, y sé que esto es la felicidad, la felicidad mirándome bajo el puente, la felicidad con mi sonrisa.

Siempre camino por ahí preguntándome qué es real, qué no lo es. Me voy dejando caer a cuentagotas sobre la noche, aunque sea de día, para hallar respuestas. Y siempre, cuando cruzo las calles, cuando me detengo a mirar los cristales, veo tu imagen, la respiro, respiro color y sé que todo llegará a su fin, que la ciudad volverá a respirar soledad verde, que el tiempo se detendrá en los cementerios, pero no lo que siento por ti, eso no, eso no tendrá fin, no tendrá fin porque lo que siento por ti soy yo, es real, es un amor que tiene tus ojos, tu cabello, tus manos, tu cuerpo.

Quiero estrechar tu alma contra la mía,
Pero algo ahí, en el fondo, me dice que ya estás conmigo.

Para vos, para no olvidar, tres años...

domingo, mayo 25, 2008

Ese extraño don de fluir

Ésa fue la primera vez que supe lo que significaba una mirada muerta. Estaba descalza, con algunos trapos envueltos en las muñecas y las mejillas cubiertas de hollín. Dolía ver su rostro herido por los surcos negros de las lágrimas. Dolía verla sola frente a las cenizas de lo que alguna vez le dijeron debía llamar "hogar"; ese pequeño rancho de madera que se sostenía por el milagro de la voluntad y del que ahora sólo quedaba el recuerdo de la luz, de las llamas. Uno de sus profesores le había dicho que los días tristes siempre eran días de lluvia, y que las lágrimas, eran como nuestra lluvia personal, pasajera y fugaz. Mirando el azul profundo que desbordaba el cielo aquel día, ella aprendió que la vida también sabe mentir y se fue sonriendo con resignación, con ese extraño don de fluir que tienen aquellos que ven brotar la esperanza entre ríos de sangre.

jueves, mayo 22, 2008

Personas...

Tengo vacíos de ser en mi esperanza.

Vacíos que mienten y que a todos les gustan.

Vacíos como laberintos de Borges, como la indiferencia de Pessoa o el amor pasamontañas de Cortázar.

Vacíos que no siento, vacíos que me consumen.

Si fueran vacíos de vos no serían mentiras tan ciertas.

Son vacíos míos que mienten tu ausencia, que la hacen real, tan real como alguna vez supuse tus besos, como alguna vez supuse tu amor.

Le miento a tu amor sincero, le miento al soñarte eterna, le miento al inventarme solo.

Quizás nadie sepa que mi soledad es de verdad, porque es una soledad que miento bien, que finjo, como fingiré algún día mi propia muerte.

martes, mayo 20, 2008

Sueña por mí

Tenía los ojos dorados. Lo recuerdo bien. Como el sol entre las nubes del ocaso. Brillantes. Anita me habló de ellos desde la primera vez que los vio. La habían impresionado. Hablaba de él y su mirada con un entusiasmo que no era normal a su edad. Incluso llegué a sentir celos. A mí también me hubiera gustado soñar así, pero me quedé esperando a que alguien me enseñara a hacerlo. Ahora que lo pienso, ése debió haber sido el motivo por el cual le pedí a Anita que durmiera con las puertas de su habitación abiertas. Durante noches enteras me senté en el corredor, esperando que de repente se desbordara la luz tenue de su sueño. Siempre creí en esa clase de milagros extraños. Así te conocí. Así lo conocí a él en los sueños de ella. Así supe que Anita ya había comprendido cuánta soledad había en aquello que los adultos llaman amor. Pero sonreía. Y yo quise comprender por qué aún tenía fe en los milagros, por qué aún la tengo, por qué soy yo el que ahora duerme con las puertas abiertas, después de vos, mientras Anita llora sus tristezas de mujer adulta, lejos de sus ojos dorados.

domingo, mayo 11, 2008

El coloso

Silencio. El aire al habla. Semillas en un campo labrado de sangre. Son hermosas las cenizas que resplandecen antes de morir en la noche. Justo como vos. Sientes el calor tibio de tus mejillas aún tersas. Te despierta el olor a gas de la cocina. La sospecha de un adiós que no tendrás el valor de escribir. Ya pasó. No volverás a verlo. Lo cubrirá la nieve opaca del olvido. No verás sus ojos de amor azul nunca más.

*

Si la muerte no es esto a lo que llaman ausencia, si no es este cruel vacío de ser, de amar y despertar dentro de ti con la certeza de que ya no eres tú el que da calor a mis sábanas, si la muerte no es enviudar con cada viaje y fiesta en la oficina, con cada llamada y cada despertar en silencio como dos extraños que se miran desnudos igual que los perros miran la luna, entonces no creo necesario preguntar si esa otra muerte es más "dulce", no creo que sea necesaria la duda.

* * *

Te levantas sonriendo. Ahora crees que despertar es tan sencillo como abrir la llave, cerrar los ojos y respirar ese aire muerto que le sienta tan bien a tus huesos. Dejas que se te llene el pecho de esa otra vida que a veces adivinamos en los espejos y por fin sientes que realmente ya no queda nada para pensar. Qué frágil se ve ahora tu cuerpo adulto. Qué frágil es la sonrisa de ese sueño que te dejará sin esperanza, igual que todos los días.

Para vos, una sencilla e inútil ficción.

miércoles, mayo 07, 2008

Cayendo...

Lo sé, tal vez ya no te queda tiempo para verme llover sobre tu piel. Todo eso ya quedó atrás. Me olvidarás, te olvidaré, es tan normal, tan fácil que pase eso. Una mañana, lluviosa como cualquier otra, te despertarás sonriendo mientras abrazas la almohada en la cama vacía. Yo haré lo mismo del otro lado de la ciudad. Estarás en mí, aunque ya no recuerde tu olor, ni tu voz, ni tu sonrisa. Estarás en mí como ese espacio vacío que alguna vez fue mi vida entera y que hoy no es más que un cierto silencio de color gris. Lloraré tu nombre cuando lo vea deslizarse con la lluvia, cuando se vaya lejos de mí y simplemente se apague, la primera lágrima y un espacio en blanco en mi memoria, así, tan fácil como dejarse caer, como dejarse morir con el sol de cada ocaso.