domingo, mayo 11, 2008

El coloso

Silencio. El aire al habla. Semillas en un campo labrado de sangre. Son hermosas las cenizas que resplandecen antes de morir en la noche. Justo como vos. Sientes el calor tibio de tus mejillas aún tersas. Te despierta el olor a gas de la cocina. La sospecha de un adiós que no tendrás el valor de escribir. Ya pasó. No volverás a verlo. Lo cubrirá la nieve opaca del olvido. No verás sus ojos de amor azul nunca más.

*

Si la muerte no es esto a lo que llaman ausencia, si no es este cruel vacío de ser, de amar y despertar dentro de ti con la certeza de que ya no eres tú el que da calor a mis sábanas, si la muerte no es enviudar con cada viaje y fiesta en la oficina, con cada llamada y cada despertar en silencio como dos extraños que se miran desnudos igual que los perros miran la luna, entonces no creo necesario preguntar si esa otra muerte es más "dulce", no creo que sea necesaria la duda.

* * *

Te levantas sonriendo. Ahora crees que despertar es tan sencillo como abrir la llave, cerrar los ojos y respirar ese aire muerto que le sienta tan bien a tus huesos. Dejas que se te llene el pecho de esa otra vida que a veces adivinamos en los espejos y por fin sientes que realmente ya no queda nada para pensar. Qué frágil se ve ahora tu cuerpo adulto. Qué frágil es la sonrisa de ese sueño que te dejará sin esperanza, igual que todos los días.

Para vos, una sencilla e inútil ficción.

1 comentario:

Juan Camilo dijo...

La muerte, tu muerte, es la de estar emanorado de una mujer que sospecho que no existe. O si existe vos la idealizado a la medida de tu desesperación. Esas son las venus de los romanticos. Esas son las divas que nos invitan a escribir, pero que tambien nos matan. Espero verlo pronto