viernes, junio 15, 2007

De madrugada

Hay algo más que debo decirte, pero no logro recordarlo. Quizá no es tan importante. Simplemente me desperté a las tres de la mañana, me tomé un vaso de agua y, de repente, me entró la nostalgia de tu cuerpo. ¿Qué más podía pasar? Las madrugadas suelen ser tan frías.

Yo, la verdad, sólo quisiera que recordaras las flores que escondíamos juntos en los frascos de café.

Ésa fue la mejor época de mi vida.

Al salir de la escuela, tú siempre estabas esperándome en el puente. Te veías tan bonita con tus zapatos negros y tu boina roja.

A los dos nos gustaba caminar cogidos de la mano por la orilla del río. Afortunadamente, yo no era tan tímido como soy ahora.

A veces me pregunto qué hubiera sido de nosotros si no hubiéramos aprendido a escribir juntos.

Recuerdo que solíamos soñar en voz alta, que a ti te gustaba el mar y a mí las nubes.

En aquel entonces no podíamos tener las dos cosas a la vez, porque tú estabas en tu sueño y yo en el mío. A pesar de ser niños, sabíamos muy bien lo que era la distancia.

Yo lo comprendí cuando tu mamá me sorprendió dormido con la cabeza apoyada entre tus piernas.

Tal vez fue eso lo que nos hizo adultos. Esa extraña sensación de estar siempre lejos, a pesar de todo.

Lo sé. Sé que no es el momento de hablar de eso.

Esa noche, después del concierto, tú querías que yo me quedara.

Era la primera vez que salíamos juntos, como algo más que amigos. Tus padres me contaron después que nunca habías estado tan contenta.

A pesar de haber compartido casi toda nuestra infancia, ésa fue la primera noche en la que realmente pudimos haber compartido algo más que un sueño.

¿Será esa la nostalgia que me hizo venir a esta hora?

Mira, aquí tengo un frasco de café vacío.

Lo dejaré sobre la mesa y me iré a dormir otra vez. Ya casi sale el sol, y bueno, tú sabes, no se puede soñar con la luz encendida.

3 comentarios:

Vicious dijo...

Me recuerda un viejo amor, me levantaba antes de que la ciudad despertara con su estruendo de maquina y veía el lado de la cama que a ella le pertenecía, con su figura dibujada, con el rastro del olor, con la tibiesa de una noche a solas.

Anónimo dijo...

Las noches a solas son terribles. Es de una sinceridad que traspasa las fronteras, el sueño se detiene durante unos instantes, se queda prendando en las palabras. No importa lo tarde que sea, el sueño sigue ahí.

KaKau dijo...

Hola Will...que bueno verte por ai...en las calles azules...hasta siempre...K@