En blanco y negro
Vi lunas negras danzando sobre ti. Una de ellas, un tanto inquieta, cruzó por tus labios y se perdió debajo de tu falda. Lentamente, vimos crecer una luna llena en tu vientre. Anochecieron tus ojos y mi cuerpo ya no fue tan breve. Ya no era un cuerpo de niño improvisando el amor debajo de las sábanas. Y fue triste, triste como sólo puede ser el sabor de la sangre, en la vida, en la orilla, justo cuando comprendes que hay que acercarse a la muerte para aferrarse al amor. Y vi lunas negras, y tu viste lunas blancas, y juntos las vimos morir entre lágrimas confundidas, de esa vida que no es más tu vida y que te sonríe, y te espera todos los días, preguntando por mí...
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