Al otro lado de la línea
Me gustaría ser capaz de reconocer tu voz en el télefono, pero es tan difícil, ¿sabes? Siempre suena tan distinta. A veces fría, a veces tierna, a veces simplemente ausente, como si me estuvieras respirando en la nuca, en la sien. ¿Será que hay amores que no se cuentan en palabras y por eso tu voz me suena siempre distinta, como si fueras todas las mujeres que he amado y a la vez ninguna? Lo sé. Estoy divagando otra vez, mareando la perdiz como diría tu padre. Sí, me gustan las cosas que dices, pero para ser sincero, nada de eso me importa, sólo el silencio que compartimos cuando puedo llegar a sitios tuyos donde mi voz no puede entrar. Tal vez es que me siento menos solo cuando estoy contigo, así sea por teléfono, aunque sea así. Por eso, no te enojes si te parezco cínico, si peco de evidente o de ser extremadamente frío. Es que tu voz me llega del otro lado de la ventana, y me hace bien, me hace bien oírte y no saber quién eres, no saber quién es la voz detrás de la cortina, de quién es la piel que me espera cruzando la calle. No cuelgues, por favor. Aunque no lo parezca, mi problema es estar siempre pensando en ti, incluso cuando te tengo al otro lado de la línea.
2 comentarios:
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca..."
Se me olvido es de Pablo Neruda.
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