El alba
He visto las horas. Tienen la forma de un pétalo, pero son opacas como el metal sin pulir. Cada una de ellas tiene un nombre y una vida propia. Lo presiento. Ellas nos viven pero no mueren con nosotros. Están en mí y en ti y en ninguno.
He visto las horas. Las he visto y me he robado una de ellas. La llevo clavada en la palma de mi mano. La alimento con mi sangre todos los días, que ahora están incompletos.
Sé que ella me va a matar. Hará que mi corazón deje de latir, consumirá su tiempo. Sólo espero que para ese entonces, no sea capaz de pensar, sólo de sentir.
Moriré en ella y con ella, y seremos uno solo en el alba, cuando duermes desnuda sobre la hojarasca que dejó el otoño.
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