Esa vida tuya en la que no estoy...
Sé de la vida después de los dos porque ella me lo cuenta todo. De tus amaneceres escribiendo cartas y las llamadas que recibes a media noche cuando te sientes finalmente sola, libre de mi recuerdo.
Es extraño que pueda saber cómo es tu vida sin mí con tanta precisión. Conozco hasta los más pequeños detalles, aquellos breves silencios en los que todavía parece flotar el recuerdo de mis besos...
No te imaginas lo vacío que es esto, esperar noticias tuyas todos los fines de semana para asegurarme de que todavía estoy ahí, todavía en tu memoria pero ya nunca en tu corazón.
Qué tontería eso de amarte en soledad, eso de soñar que algún día tal vez nos encontremos frente a frente y nos baste con mirarnos a los ojos para vivir el presente como si fuera el pasado, como si tu piel aún buscara la mía, como si todavía pudiéramos caer en el dulce abismo donde arde nuestra fe, la tierna e infantil esperanza de ser uno, un único y extraño amasijo de sombras y sudor.
Pero ahí está ella, y tiene tus ojos, y tiene tristeza en su voz, y se parece tanto a mi mamá, aunque tenga las manos de tu padre y el andar decidido de mi hermana, y es tan ella, tan mía, tan nuestra...
Sé de la vida después de los dos porque ella me lo cuenta todo, sin saber, sin sospechar siquiera que es por ella que todo esto tiene sentido, esta tontería de amarte y no buscarte, de retenerte en mi vida y herirte, y matarte a golpes de soledad, mientras ella, mi niña, mi dulce niña que tiene tanto de vos, tanto de mí, va creciendo con la certidumbre de un amor que alguna vez fue milagro y hoy no es más que cenizas... porque así es la vida, simplemente así.
2 comentarios:
Y yo que pensaba que un hijo te borraba de golpe esa angustia que transmitis. Se me cayó el estante... Aprovecho para agradecer a los escritores por compartir los textos, me gusta leerlos.
Gracias a vos por compartir tu comentario en esta fría noche de angustia, que aunque ajena, a veces logro sentir propia.
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