Cartas de Martín Fieltro 1
Querida Ana.
Hoy fui a visitar la tumba de mi abuela. Le compré flores rojas y una tarjeta. “Aún estás en mí”. Nadie te dice nada por hablar con alguien que dejó de respirar hace años, meses o días. ¿Sabes? Creo que podría vivir en los cementerios, llorando y hablando con muertos ajenos.
Cerca de la lápida de mi abuela había una más blanca y pulida. Las flores parecían recién cortadas y su foto aún no había perdido su color original. Encontré una carta escondida entre las margaritas. Era de su mamá. Carlos Antonio Muñoz fue asesinado cuando iba con su novia por el parque de Aranjuez. Tenía deudas pendientes. Murió joven.
Los detalles ahora no importan mucho. Hoy Carlos fue mi amigo. Hablé con él, le pregunté por su novia y por su mamá. Él me preguntó por mis estudios. Pudo haber hecho tantas cosas y, sin embargo, al final nos dimos cuenta de que había vivido más que yo. Antes de irme, le dediqué un poema a la eternidad. En el fondo me alegra saber que si alguien me vio, sólo pudo pensar que yo era un amigo más.
Ahora sólo tú y yo sabemos por qué me gusta visitar a mi “abuelita”, de vez en cuando, en el cementerio. Es otro secreto que comparto contigo, cómo si eso pudiera atarte a mí y hacer que regreses.
Te extraño.
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