Pero amor, esa palabra
Me gusta sentirte ahí, al otro lado de la línea. Escuchándome, simplemente. Me gusta sentir tu respiración, siempre agitada, mientras voy tejiendo castillos en el aire. Me gusta hablar contigo sin hablar. Escuchar y despedazar tu voz, extenderla o acortarla según mi estado de ánimo.
Somos tan distintos y tengo miedo. No puedo definir lo que siento por ti. Estoy loco y busco entender mi "enfermedad" a través de los síntomas. Ya sabes que soy un tonto empedernido, un niño que lee su "diagnóstico" en las canciones y poemas que le gustan.
¿Será que yo? No. No me puede estar pasando a mí. No tenemos nada en común. Pero tu voz. Tu voz dulce y suave que me hace pensar más allá de las paredes de mi habitación azul, que coge mi corazón y lo sacude, no con violencia, sino con ternura…
No. No puede ser. Temo que esta emoción que desbordan mis ojos sea…
Sin embargo, no puedo negarlo. Si este "sentimiento" que invade mi corazón es lo que creo que es, estoy contento de haberlo conocido contigo.
Somos tan distintos. Pero en el fondo tan locos y “raros”. Yo te a… No, es pronto para eso. Prefiero decirlo en tus brazos como si fuera un conjuro para empezar a jugar a la eternidad contigo, mientras la gente sigue caminando indiferente a la felicidad que le estamos robando al cielo.
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