miércoles, agosto 24, 2005

Soledad trivial

Ser quien soy, a pesar de todo,
Soñar el murmullo de las hojas,
Creer que la locura no es más que mi conciencia
multiplicada una y otra vez.
Vivir, morir y volver a nacer,
solo, siempre solo, siempre sin ti,
aunque esté contigo,
con tu ausencia.

Neruda se ha equivocado.
El silencio, la soledad muda de las almas,
Ajenas al mundo que conforman las palabras,
Ésa, por ahora, no es mi idea del amor.

Me gustas cuando hablas porque te siento presente
Y me oyes en la necesidad de tu mirada.

¿A quién le importa?

Mil hojas pueden caer, a nadie le importa. Su sonido es agradable cuando las pisas, así como ver las ondas que produce una piedra saltando en el lago, la música del granizo contra el asfalto o la muerte diurna de un soñador que “estorba” en el mundo.

Lo sabes, sé que lo sabes, mientras tu perfume siga rodeándome en todos mis silencios, ni en la eternidad vacía de la muerte, dejaré de ser un solitario.

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