martes, abril 15, 2008

Esa noche comencé a extrañarte...

Anita no quería un amor normal.

Ella siempre había sido diferente, incluso su soledad, la misma que compartía con sus dos hermanos y su papá, era única y especial. No sabría realmente cómo explicarlo. Tal vez podría dibujar las calles que imaginaba Anita sobre fotos de calles reales, romperlas y después unirlas otra vez, y así tendrías una imagen cercana del mundo en el que Anita esperaba encontrar el amor.

Siempre buscando ventanas abiertas, como la brisa busca el dolor en las olas, Anita se acostumbró a la felicidad por fragmentos, a la felicidad retazo, felicidad nube que siempre se le deshacía entre los dedos.

Así lo entendemos Martín y yo ahora recordando lo que Anita solía escribir:

"Vivo una vida que no es mía, una vida que jamás me pertenece, una vida que vas rompiendo, que vas tejiendo, que vas llorando, una vida que se pierde, como se pierden las lágrimas en la lluvia".

Y, sin embargo, tus mejillas aún calientes, aún tibias por la ruta de la sal, hablan del amor que confía, incluso bajo la lluvia, bajo las gotas secas que se te grabaron en los labios.

viernes, abril 04, 2008

Río abajo

¿Qué otra cosa nos queda? Sentarnos a ver morir la tarde, dejarnos llevar río abajo mientras reposas tu vestido en la ventana. Si de verdad el tiempo pasa y quedan los amigos, tal vez sí pueda sonreír cuando de mi vida sólo queden las cenizas. Por ahora, a tu lado, lo demás no importa. Incluso si no puedo entender lo que nos quiere decir la noche con sus estrellas muertas y sus voces del amor que huye, dejaré descansar mi corazón de niño sobre tu regazo, sólo para sentir la vida que fluye dentro de ti mientras nuestros besos de ayer se van río abajo.

jueves, abril 03, 2008

La muerte nos vio crecer...

Lo peor que hizo Juan ese día fue haber dejado de intentar. Nunca olvidaré la conmoción de Alejandra al encontrar la carta de Juan en el dintel de la puerta. Cómo y cuándo la puso ahí, jamás lo supimos. No hizo falta saberlo. También doña Martha había muerto esa noche. La encontramos desnuda en el balcón, con la pestañina ya seca sobre las huellas de sus lágrimas. "A dónde me llevará esta lluvia, a dónde, si él ya no está"... Sus últimas palabras, las últimas que escucharon sus hijos, quedaron como recuerdo del amor que espera. Es tan fácil quedarse solo en estos tiempos. Si cruzas la calle o el viento cierra por azar la ventana, tal vez te quedes otra vez sola, o como dices tú, en compañía de tus ángeles sin alas.