martes, mayo 31, 2005

Trilogía de la desesperanza 2

Y al mirar hacia atrás, encuentro sus huellas en el camino, tan cercanas, tan parecidas a las mías.
El tiempo ha marcado senderos diferentes para cada uno de nosotros,
la vida se empeña en separarnos,
ojalá el recuerdo vuelva a unirnos al descender por el valle de la muerte.

Jhon y Edwin,
el tiempo nos separó,
pero siguen siendo mis amigos.

sábado, mayo 28, 2005

Conciencia

Y al mirar otra vez, el hombre descubrió su sombra proyectada sobre la cima del cerro. "Solos tú y yo. Como siempre".

Trilogía de la desesperanza 1

Ana Paola,
dónde quiera que estés,
todavía te recuerdo

Hoy, después de muchos años, comprendí, con todo el dolor que eso implica, que había cometido un error. Cada frase, cada caricia, cada beso, era sólo una forma de alejarte más y más de mí. Rompí tu silencio de flores. Quebré tu imagen una y otra vez, en la locura de un amor que sólo yo sentía. Te convertí en un fantasma y me olvidé de la mujer real.
Hoy, me despido de tus mejillas, de tus piernas, me despido del licor de tu cabello negro bañado por la lluvia, de las manos que me enseñaron que el misterio de la vida era sentir; me despido de tu alma, de los residuos que quedaron en mí cuando los dos fuimos uno solo, me despido de tu voz, de tu respiración.
Adiós mujer de niebla, pronto nos veremos, yo te convertí en un fantasma, mi muerte me convertirá en tu sombra.

domingo, mayo 22, 2005

Niñez

Cuando era un niño, me gustaba imaginar que tenía alas.
Corría por la llanura, tomaba impulso, saltaba y desplegaba mis grandes alas blancas.
A diferencia de Icaro, a mí me gustaba volar a ras del piso. Subía hasta casi tocar las nubes y después bajaba en picada para planear durante horas sobre los senderos y las calles cubiertas de gris.
Al caer la tarde, mis alas blancas desaparecían, dejando su recuerdo sobre mi espalda.
Solo, en la oscuridad de mi habitación, aprendí a comprender a Icaro, aunque, de hecho, todavía no lo conociera.
Por alguna extraña razón, que incluso hoy no logro comprender, parece que la felicidad es un castigo.
Primero fui un ángel y después un niño, ahora soy un hombre triste que ha perdido sus alas para siempre.

Azar 2

Los días azules llegaron en noviembre.
Estaban cargados de nostalgia,
nostalgia azul.
Durante aquellos extraños días,
la gente que se miraba en el espejo
descubría, en distintas parte de su cuerpo, un pequeño lunar azul.
Con la mirada perdida y llena de suspiros,
las personas marcadas de azul
no podían dejar de pensar en el pasado.
Lo extraño es que tampoco recordaban un presente.
Nostalgia azul, memorias grises.

Diana y la ventana

Las cosas han cambiado un poco desde la última vez.
Tienes el cabello y los ojos más negros, ya casi no sonríes y tus manos parecen haberse encogido.
He vuelto, casi cinco años después, y aun así me sigues esperando frente a la ventana. Quizás no me esperabas a mí, sino al hombre que se fue, al que recuerdas y sigues amando. Sin embargo Diana yo sigo siendo el mismo, el niño ingenuo, tímido, el joven soñador, el hombre inseguro.
¿Por qué ya no me miras? Acaso ya no me amas.
La gente me ha dicho que no has dejado de esperarme, que todos los días te sientas frente a la ventana y miras el horizonte donde mi sombra se perdió hace ya tanto tiempo.
Lo sé Diana, todos en esta ciudad estamos muertos, todos nos asomamos frente a tu ventana. Qué soledad tan grande. Vivir en medio de recuerdos que se niegan a morir.

sábado, mayo 14, 2005

Valentía

Solo, frente al balcón, Juan toma impulso.
Abre sus alas, cierra los ojos.
Cinco pisos son suficientes para asegurar un final.
Solo, frente al balcón, Juan sigue llorando.
Quizás algún día tenga el valor de saltar al vacío.
Quizás Juan deje de ser un cobarde.

Azar

En un gran país, en una pequeña ciudad, en una oscura calle vive Sofía.
Todos los días, quizás desde que los perros comenzaron a ladrar, la joven se sienta al lado de su ventana y mira el horizonte cubierto de montañas y edificios que cada vez son más altos.
"Allí está la joven", dicen algunos.
"Todavía sigue esperando", comentan otros.
Nadie sabe porque Sofía se sienta todos los días frente a su ventana, en una oscura calle, en una pequeña ciudad, en un gran país.
La gente no ha aprendido a reconocer a los fantasmas.

Principio

Bueno, para empezar o quizás para terminar una madrugada cargada de lluvia, baste decir que todo principio necesita un final, tanto como una cola la serpiente.
Sin final no hay principio, así como no hay párrafo sin el punto.
La muerte, a final de cuentas, es la que da sentido a nuestra vida.
La muerte es nuestro estado natural.
Punto final.