lunes, marzo 31, 2008

Esta noche vine a verte

Deja que se queme mi voz en el silencio de ti, prometo que ésta será la última vez, a partir de ahora ya no habrá más sombras de ella entre nosotros, no habrá más ausencias incómodas, ni laberintos, ni muertes nocturnas en ríos metafísicos.

Mañana despertaré aún con los labios húmedos, deseando que ilumine el cielo una luna escarlata, una luna de sangre que tenga tu olor.

Y ése será quizás mi deseo más ingenuo, porque a estas alturas sé muy bien que no hay amor que sobreviva a la inocencia de vivir entre sueños, transitando por senderos oscuros donde la luz fluye como el agua, aunque sólo yo pueda verla.

Déjame soñarte, por favor, necesito despertar en la tibia muerte de tus brazos, necesito amarte y quedarme vacío cada amanecer, hasta que se me acabe la esperanza o me canse de ti.

martes, marzo 25, 2008

Antes y después de ti

Quisiera creer que soy algo más, mucho más de lo que alcanzan a ver tus ojos. De alguna forma siento que la noche me arranca de ti antes de que podamos intentar la fuga. Si tan sólo pudieras recordar, deslizar tu piel brevemente en el espejo y pensar de más, pensar que pudimos ser los dos, vos y yo, y no esto que somos ahora, no esta distancia que somos sino la luna en el agua, no el vacío sino el encuentro en el que fuimos uno, siendo dos. Soy antes y después de ti; la agonía de un mar en calma, de un silencio que ya nadie intenta romper. Estás donde se terminan mis huellas. Así de lejos... Así, ausente.

lunes, marzo 17, 2008

Incertidumbre de vos

A ella que está al otro lado, donde la leve luz que habita mis ojos se diluye en un suave arcoiris de colores nocturnos; a ella, la que espera y sonríe dejando caer canciones de amor en el viento; a la que aún me recuerda en ciertos espacios vacíos, bajo la bendición de las estrellas que besamos juntos, bajo la luna, bajo el tenue sol de invierno, sol de los amores humildes que mueren en libertad, de los amores que mueren a la sombra de los techos de zinc; a ti, a vos, a la sombra de vos, a tu cuerpo de sueños cansados, a la niña que sos y que se nos cuela en cada abrazo; a ti que estás en todo... Quisiera una noche, por fin, decirte adiós.

Brevemente solo

Me pregunto si también tus mejillas son breves, como la brevedad de tus labios, de tus medias rojas, de tu falda, como la brevedad de tu pecho libre de las sábanas.

Esta noche, mi cuerpo también es breve, tan breve como el amor al que jugamos en eternidades difusas que se diluyen cuando caen los granos de arena en el reloj.

Suena la zamba del olvido, la escucho entre tus labios, la veo morir sobre los míos, danzando inútilmente en tu piel carmesí, mientras oculto lunas negras en tu vientre.

Si se hace fría mi pasión, sólo me queda rogar que este adiós de tu cuerpo sea tan breve como la felicidad breve que llevas en tu sonrisa.