lunes, mayo 14, 2007

Últimamente

No esperes de mí una carta, un poema o un cuento. Eso era antes, cuando la inspiración me cortaba el aire y tenía que escribir para poder respirar... Era tan grave mi situación que si no lo hacía, corría el riesgo de morir. Morir por exceso de ilusión, por sobreabundancia de orquídeas. Había tanta locura contenida en mi interior. Mares que sólo yo podía ver desde mi ventana. Todos los días, el aire salobre en las cortinas. La luna ahogándose en las olas y las huellas de tus pies descalzos en el pavimento…
Antes era como si todas las calles estuvieran hechas de arena, de la arena con que los magos llenaban los relojes. No eran magos, no era arena, pero sí eras vos, como siempre quise verte, vestida de niña en tu cuerpo de tristezas adultas. Si había mar era por ti, todo, todo, era por ti. Una ciudad que llamé Irene, los perros mudos, la luz en la ventana, Anita, los hombres de las botas negras, Tomoa, Juan, Martín, Alejandra, William, todo fue por vos, por exceso de vos, por adicción de vos, porque pensé que para amarte debía cambiar las luces de todas las farolas, apagarlas y cambiarlas por velas para que también se nos fueran apagando los ojos y pudiéramos amarnos a oscuras…
Pero hoy no quiero amarte, hoy sólo quiero que juguemos juntos en el parque. Yo seré Diego y tú serás Diana. Cuando llegues, tienes que hacer de cuenta que no me has visto. Yo me acercaré a ti y te entregaré una flor. Entonces empezará a llover, y yo te daré mi chaqueta para que te abrigues, y vos, vos me regalarás esa mirada tierna que tanto me gusta y nos iremos caminando por la orilla del río mientras cae el sol. Te prometo que esta vez no me despertaré sin antes haberte besado. No lo haré. No mientras estés en todo lo que escriba. Aunque no te ame, aunque no te extrañe, aunque se me olvide tu nombre y le ponga tu rostro a otra mujer, siempre, vos serás la niña en el parque, mi niña, tan mía como la arena y la luna.

jueves, mayo 03, 2007

Tu inocencia...

Lo sientes, sé que lo sientes, otra vez, el mismo dolor, la misma sensación de muerte, esa agonía que sube de entre tus piernas y nos estalla en los labios.

Tus ojos están llenos de mí, tan llenos de mí que podrían rebosarse e inundarnos a los dos, a los dos en esa imagen de aquellos cuerpos que están por fuera de nosotros ahora que estamos juntos dentro de ti, vos y yo, sumergidos en tu fragancia oscura.

Siéntela, aún caliente en mis labios, en mi piel. Siéntela. Siéntela ahora que soy tuyo, ahora que también soy parte de vos.

Tu inocencia sabe a maíz, a maíz y a jugo de naranja, tan dulce, tan agria…

Sé que te gusta su sabor, te gusta el sabor de tu inocencia en mi saliva.

Por eso me besas ahora más que antes, sedienta de la secreta pasión que la luna te roba una vez al mes y que ahora yo robo para ti, para que puedas sentirla y sentirte en mis besos.

Crece tu cuerpo de niña debajo de mí… y pienso en tu madre, tu madre a quien siempre le sobran tristezas, tu madre que piensa que soy tímido y que como periodista valgo poco.

Siento lástima por ella, por mí, por vos, ahora que todo está en silencio…

Otra vez nos quedamos los dos sin ti, nos duele tu inocencia que se va secando con la luz del sol.