Últimamente
Antes era como si todas las calles estuvieran hechas de arena, de la arena con que los magos llenaban los relojes. No eran magos, no era arena, pero sí eras vos, como siempre quise verte, vestida de niña en tu cuerpo de tristezas adultas. Si había mar era por ti, todo, todo, era por ti. Una ciudad que llamé Irene, los perros mudos, la luz en la ventana, Anita, los hombres de las botas negras, Tomoa, Juan, Martín, Alejandra, William, todo fue por vos, por exceso de vos, por adicción de vos, porque pensé que para amarte debía cambiar las luces de todas las farolas, apagarlas y cambiarlas por velas para que también se nos fueran apagando los ojos y pudiéramos amarnos a oscuras…
Pero hoy no quiero amarte, hoy sólo quiero que juguemos juntos en el parque. Yo seré Diego y tú serás Diana. Cuando llegues, tienes que hacer de cuenta que no me has visto. Yo me acercaré a ti y te entregaré una flor. Entonces empezará a llover, y yo te daré mi chaqueta para que te abrigues, y vos, vos me regalarás esa mirada tierna que tanto me gusta y nos iremos caminando por la orilla del río mientras cae el sol. Te prometo que esta vez no me despertaré sin antes haberte besado. No lo haré. No mientras estés en todo lo que escriba. Aunque no te ame, aunque no te extrañe, aunque se me olvide tu nombre y le ponga tu rostro a otra mujer, siempre, vos serás la niña en el parque, mi niña, tan mía como la arena y la luna.