Trilogía de la desesperanza 1
Ana Paola,
dónde quiera que estés,
todavía te recuerdo
Hoy, después de muchos años, comprendí, con todo el dolor que eso implica, que había cometido un error. Cada frase, cada caricia, cada beso, era sólo una forma de alejarte más y más de mí. Rompí tu silencio de flores. Quebré tu imagen una y otra vez, en la locura de un amor que sólo yo sentía. Te convertí en un fantasma y me olvidé de la mujer real.
Hoy, me despido de tus mejillas, de tus piernas, me despido del licor de tu cabello negro bañado por la lluvia, de las manos que me enseñaron que el misterio de la vida era sentir; me despido de tu alma, de los residuos que quedaron en mí cuando los dos fuimos uno solo, me despido de tu voz, de tu respiración.
Adiós mujer de niebla, pronto nos veremos, yo te convertí en un fantasma, mi muerte me convertirá en tu sombra.
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