Diana y la ventana
Las cosas han cambiado un poco desde la última vez.
Tienes el cabello y los ojos más negros, ya casi no sonríes y tus manos parecen haberse encogido.
He vuelto, casi cinco años después, y aun así me sigues esperando frente a la ventana. Quizás no me esperabas a mí, sino al hombre que se fue, al que recuerdas y sigues amando. Sin embargo Diana yo sigo siendo el mismo, el niño ingenuo, tímido, el joven soñador, el hombre inseguro.
¿Por qué ya no me miras? Acaso ya no me amas.
La gente me ha dicho que no has dejado de esperarme, que todos los días te sientas frente a la ventana y miras el horizonte donde mi sombra se perdió hace ya tanto tiempo.
Lo sé Diana, todos en esta ciudad estamos muertos, todos nos asomamos frente a tu ventana. Qué soledad tan grande. Vivir en medio de recuerdos que se niegan a morir.
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