Baila para mí 1
A partir de ahora, vamos a jugar, jugar como niños hasta que el tren venga por nosotros.
¡Qué se encienda la luz!
Hay una sombra que se mueve al otro lado de la puerta. Cuando mi madre olvida apagar la luz de su habitación, “ella” empieza a caminar en el cuarto vacío, siempre silenciosa, siempre sensual. Cada vez que puedo, la veo bailar para mí. Es como una niña inquieta. Salta, crece, se apaga, gira y vuelve a girar. Hay días en los que parece la sombra de una mujer madura, otros, la de una joven de curvas bien torneadas. Así la imagino yo. Reúno esos pequeños trozos oscuros que se levantan detrás de la puerta para imaginarla completa, frente y detrás de mí, debajo y encima, excitando la bóveda oscura de mi corazón que bombea constantemente, cada vez más rápido, más fuerte, para alimentar con sangre los sueños que habitan allá arriba, en la azotea. Desde allí voy hasta “ella” y beso confundido las huellas azules que va dejando en ese pequeño espacio vacío que hay entre los dos; quiero tenerla junto a mí, pero ella está al otro lado, allí donde no he podido ni podré llegar, aunque lo intente cada noche, cada instante en el que la pequeña luna que mi madre colgó en lo alto de su habitación ilumine esta frontera desde la cual sueño que los dos somos, finalmente, uno solo.
1 comentario:
Hola!!!!!
Solo quiero que sepas que ya eres un buen escritor y que no lo dejes.
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