viernes, noviembre 17, 2006

Baila para mí 2

Lastimosamente, mi mamá ya se dio cuenta de mis actividades nocturnas. Hace poco me descubrió inclinado sobre la alfombra, espiando frente a la habitación vacía. Para ella está vacía y así debe quedarse. Mejor así. No quiero que sepa que "ella" está adentro y que baila para mí cuando la luz está encendida, al otro lado de la ventana.

–¿Por qué te gusta tanto mirar esa puerta?
–No es la puerta mamá, no es eso.
–¿Quieres entrar? La pieza está vacía. Cuando tu abuela se fue, decidimos cerrarla. Esta casa es tan grande. No se nos ocurrió qué poner ahí y, por eso, mejor la dejamos sin uso.
–Lo sé mamá, ya me lo has dicho.
–No quiero que vuelvas a hacerlo. No está bien que lo hagas. Mirar a hurtadillas el cuarto vacío, no tiene sentido.
–Sí mamá, como digas.

Mamá se tomó muy en serio la advertencia. Ya no deja encendida la luz de su cuarto. No sé cómo lo supo, cómo supo que sin ese rayito ambarino, "ella" ya no puede bailar para mí. Quién sabe, a lo mejor mi papá se lo dijo. Él siempre sabe lo que me está pasando, incluso antes de que yo mismo lo sepa. Él es como yo, mejor dicho, yo soy como él. Eso es lo que dice mamá. A veces me ve como si yo fuera él. Es extraño. Me hace sentir raro, como si este cuerpo no fuera mío. Su expresión cuando me mira así, es la misma que tiene cuando revisa las fotos de los álbumes, esas fotos viejas que traen memorias de presentes perdidos.

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