miércoles, enero 10, 2007

Pensando en ti...

Estoy cansado. No sé nada. No veo nada. Mi alma, mi ser, mi futuro, tus manos que aún intentan acariciarme, son sólo una ilusión. No son reales. No tengo certeza sobre ellas. Las pienso pero no las siento.

“Pienso, luego existo”.

En la “razón” está el poder que nos llevará más allá de los límites físicos de nuestra especie. Entonces, ¿para qué un cuerpo? ¿Para qué vivir? No quiero preservar mi pensamiento ni nada que sea mío en la memoria de los demás. ¿Qué sentido tiene? De alguna u otra forma alguien llegará a las mismas conclusiones que yo, sin importar si estoy muerto o vivo.

Todos pensamos de forma automática, incluso la imaginación en ocasiones lo es. “Él piensa como yo”, dice orgulloso el padre sobre su hijo, el maestro sobre el alumno, pero, ¿será que alguien siente como yo?

“Pienso, luego existo”, porque soy consciente de mi ser y lo trasmito a través del lenguaje, entonces es mi ser en el ser de los demás lo que me hace real y, por ende, sólo lo que siento me pertenece o, por lo menos, eso es lo que quiero creer.

Lo cierto, como dice Juan Pablo, es que vos y yo somos ángeles sin alas, ángeles que van escribiendo su propio olvido en el olvido de los demás.

Pensé que te amaba y me sentí orgulloso por eso, porque sólo yo podía amarte así aunque haya besos que te gusten más que los míos.

La mentira y la distancia sólo existen en nuestra mente... Lo sé y por eso sigo esperándote, esperando sin pensar, pensando que no pienso, como siempre.

No hay comentarios.: