domingo, enero 21, 2007

Tus cartas...

Tú sabes que no me gustan las guayabas, ni siquiera el bocadillo o los espejuelos que tu abuelita hacía con tanto esmero. Hay algo en su sabor que me recuerda las primeras horas en que conocí la tristeza. Cuando se lo expliqué a mi mamá me dijo que a lo mejor tomé jugo de guayaba en el momento equivocado... y sí, quizás tenía razón, pero eso no evita que hoy el olor a guayaba madura me haga recordarte.

Lo confieso. Desde que te fuiste he estado visitando los lugares donde solíamos conversar. Hoy, por ejemplo, estoy en el parque que hay detrás de tu casa, leyendo bajo la sombra del árbol de guayabas.

Hay tantas huellas tuyas en este lugar, tantos recuerdos. La primera vez que vine contigo me cayó una guayaba en la cabeza. ¿Te acuerdas? Ese tipo de cosas me pasan todo el tiempo, por eso, aunque no tuviera sentido del humor, siempre lograba robarte una sonrisa.

Es rara esta costumbre de "deshacer" mis pasos, de recorrer solo los lugares donde fui feliz en el pasado. Menos mal la gente que me ve llorar en lugar de creerme un loco, están convencidos de que me tomo muy en serio los atardeceres.

Extraño mucho tu corazón de guayaba, sobre todo ahora, que tu sabor va muriendo poco a poco en mi boca.

Con cariño,

William...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Las manzanas me recuerdan a mi profesora de primaria, ella con su hija tan apetecida, con su delantal de flores desteñidas. La zanahoria me hace pensar en la cocina de la primera casa de mis recuerdos, con sus puertas y sus ventanas abiertas y su techo de telarañas. El aguacate me lleva 15 años atrás donde mi amigo Victor y su curioso apetito, luego de los partidos de fútbol, de aguacate y arepa. Las naranjas me hacen acariciar el cuerpo de Irene, su jugo era delicioso en aquellas noches de sudor; además, apuraban el volver a empezar. Las guayabas, antes de leerte, eran sólo guayabas, ya son guayabas y tu mano cálida sobre mis hombros.

David Yazo dijo...

hay qué estar muy enamorado para que una fruta recuerde a una mujer

William Montoya dijo...

No necesariamente David, hace falta prestar atención a los detalles más pequeños, nada más. Basta mirar lo que dijo Andrés y te darás cuenta de que ese tipo de recuerdos son los únicos que perduran cuando el tiempo desgaste aquellos que creemos más profundos. Gracias por los comentarios.