martes, diciembre 13, 2005

Energía

Desperté enredado en los cables del alumbrado público.
No recuerdo cómo llegué hasta aquí, quizás el viento me arrastró cuando iba a visitarla. Siempre supe que pasaban cosas raras en la zona industrial, pero nunca nada como esto.
Sé, porque me lo han dicho los empleados de la empresa de energía, que tengo incrustados los cables en las piernas y las manos; que parezco una marioneta, una marioneta que piensa y habla por sí sola.
Cuando mi papá vino con Ella a despedirse, me contó que el alcalde no quiso dar la autorización para cortar la luz y facilitar las labores de rescate, porque según él, eso va en contra del correcto funcionamiento de las fábricas y de la vida misma. Lo natural era que yo hubiera muerto con la descarga de electricidad, pero no, en lugar de eso, me enredé en unos cables que no tenían por qué alargarse y perder la tensión como si fueran simples cuerdas. La energía ahora fluye a través de mi cuerpo, como si yo fuera una extensión más de la red eléctrica.
Desde que dejé de llamar la atención de los habitantes de la ciudad y de las regiones cercanas, sólo “vivo” esperando el día en que por fin pueda cerrar los ojos y devolverle al mundo su lógica exacta y “natural”.

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